Fuimos unos privilegiados al formar parte de este momento histórico, en el que se nos permitió expresar la maravilla que es ser su hijo y por tanto formar parte de esta gran familia.
Es hoy por tanto un día para el recuerdo y también para felicitarnos por el esplendor con el que brilló la Virgen y con el que se acercó a todos los almerienses para protegerlos bajo su manto.
Y por supuesto para dar las gracias a Dios, por entregárnosla como Reina de todo lo creado, Soberana, Madre y Maestra de nuestras almas.
Además, celebramos el Domingo de Pentecostés, hoy el Espíritu Santo desciende sobre nosotros; este acontecimiento marcó el nacimiento de la Iglesia cristiana y la propagación de la fe en Cristo. A Él le pedimos nos otorgue el no vacilar en nuestra fe, y vivir siempre de acuerdo con las enseñanzas de Cristo, iluminados por sus santas inspiraciones, con la ayuda y guía de Nuestra Madre Celestial, Virgen de la Soledad.