Siglo XIX

La junta celebrada el 24 de agosto de 1828 comisionó a Manuel Carretero, Vicente Pérez, Juan Chacón, Diego Vidal, Luis García y Juan José Boult para reformar las constituciones antiguas de esta asociación. El 23 de noviembre de 1828 sería aprobada la reforma de sus constituciones respecto a los derechos parroquiales, permaneciendo iguales en el resto del articulado. La reforma de las constituciones de la hermandad de la Virgen de los Dolores de Santiago Apóstol de Almería sería aprobada el 12 de febrero de 1829 por el obispo Antonio Pérez Minayo. 

En 1837 se trasladaba la imagen de la Virgen de la Soledad al Convento de las Claras y, algo después, con la tristemente recordada desamortización de Mendizábal, se reagrupan las imágenes en unas pocas iglesias, desaparecen buena parte de las cofradías y hermandades existentes en aquel momento y, sobre todo, se pierden la mayoría de los archivos, una de las causas por las que la Semana Santa de Almería carece de suficiente documentación. La Hermandad ha sufrido los avatares históricos de nuestra ciudad, desde la invasión francesa, la desamortización de los bienes eclesiásticos, las revoluciones e inestabilidades de la segunda mitad del siglo XIX, y los enfrentamientos civiles de la década de los años 30 del siglo XX, que culminaron con la quema de la Iglesia de Santiago Apóstol y de la imagen, y mayoría de enseres de Nuestra Señora de los Dolores, exceptuando la diadema, el manto y el Niño Jesús que actualmente la acompaña a sus pies, que se salvaron. 

En 1835 la familia Barbarín donó un magnífico manto de terciopelo negro bordado en oro, con tres esmeraldas prendidas, que aun conserva y luce cada año la Virgen, aunque fue restaurado en 1925 por las Madres Adoratrices de Almería. En 1856 fueron los marqueses de Torrealta quienes hicieron ofrenda de una espléndida diadema de oro, dándose la circunstancia de que ambas piezas y una túnica de San Juan es lo único que se conservó después de la desamortización de Mendizábal, primero, y de la destrucción de los años treinta, después. En su dilatada vida vuelve a Santiago en 1889.