La Navidad social se cierra con la cabalgata de los Magos, que recorre pueblos y ciudades. Solo el evangelista Mateo los menciona. Y aún así con pocos detalles: "Llegaron del Oriente unos magos a Jerusalén...". Con ellos, celebramos la Epifanía, aparición inesperada y bienhechora de Dios. La fiesta nos descubre la universalidad intercultural de la salvación que trae Jesús y nos invita a su vivencia como una aventura, como un viaje atravesando tierras y paisajes extraños, hasta el encuentro con el Niño, en brazos de su Madre. La Epifanía es mostración de Dios y encuentro de la humanidad con Él, desde todas las orillas de la tierra. La Epifanía nos invita a la felicidad. Por eso, bien podemos confeccionar y recitar sus bienaventuranzas.
Felices quienes contemplan en las noches serenas alguna estrella diferente que dé sentido a su vida y lo apuestan todo por seguirla. Felices quienes se enfrentan en el desierto de la vida a lo desconocido, a las fieras que intentan devorarles, a los propios miedos, al deseo de volver atrás. Felices quienes llevan bien aferrado en su corazón el mayor regalo que piensan gozar y ofrecer cuando, en el momento oportuno, lleguen a su preciado destino. Felices quienes miran más allá de las dificultades, de los sufrimientos y de las alegrías, y prosiguen, desde lo concreto, paso a paso, su propio camino. Felices quienes no creen en apariciones, ni escuchan voces de lo alto, sino que descubren la epifanía profunda del Misterio en las personas y en los hechos diarios de la vida. Felices quienes llegan al destino de su viaje para adorar a Dios en la sencillez, solidaridad y pobreza de los más vulnerables de la historia. Felices a quienes Dios les revela, en los detalles más nimios de la existencia, los mayores misterios que les conducirán a su más profunda humanidad. Felices quienes declaran festivos los días en los que reciben las manifestaciones de la presencia cercana de Dios cuando hay signos de paz, de liberación, de justicia, de solidaridad y amor. Junto a las bienaventuranzas de la epifanía, el colorido de las cabalgatas de los magos, junto a la gran lección de los pequeños: Los niños de esta noche de reyes nos enseñan a mirar, abiertos a la sorpresa de la desconocido. Mirar el firmamento de universo y descubrir cuál es nuestra "estrella".
El poeta Luis Rosales, dedicó unos versos encendidos a la estrella de los magos: "Pasan años, y los hombres / siguen padeciendo sed; / la estrella sigue en el cielo: solo muy pocos la ven".