Miedo


(Fotografía: Guillermo Méndez)

Me van a permitir hoy una licencia a la hora de escribir en esta bitácora. Y es que lo voy a hacer como Baltasar González Pascual, administrador de este blog.

Miedo. Ese sentimiento tengo dentro de mi pecho desde hace unos meses. Desde que los templos sevillanos aparecen pintados con amenazas. Desde que en distintos pueblos de nuestra región se han producido actos parecidos. Desde que existe una total impunidad para agredir a la Iglesia y a sus fieles. Desde que es muy barato lincharnos. Desde que se mutiló al Gran Poder. Desde que se intentó quemar la imagen del Nazareno en La Puebla de Cazalla. Y, desgraciadamente, desde que ayer mismo se mutiló la preciosa imagen de Jesús de las Penas de la Hermandad almeriense del Rosario del Mar.

Aquí nadie se mete con nadie, más bien todo lo contrario. Pero, eso sí, nosotros a aguantar. Una y otra vez tenemos que soportar atropellos, robos, saqueos, incendios, pintadas en nuestras casas, en nuestro patrimonio. No existe respeto, eso con el que se llenan la boca al hablar y al farfullar unas palabras que ni ellos mismos se creen.

No son locos, como se dice a menudo. Son personas muy cuerdas, que saben perfectamente lo que hacen y lo que dicen. Que disfrutan haciéndonos daño porque en sus cerebros le han inoculado ese odio hacia nosotros.

Desgraciadamente volvemos atrás. A un tiempo en el que el miedo reinaba en la cofradías y en la calle. A un tiempo en el que un simple petardo provocaba carreras y estampidas por las calles de Almería. A un tiempo en el que todo ardió, no por arte de magia, como parece desprenderse de muchas hipócritas y falsas páginas de libros, sino por un odio y un rencor grabado en la mente de unos exaltados, de unos fanáticos que no entienden de perdón, de respeto, de educación ni de ningún otro valor cristiano.

Las conversaciones esta mañana eran de miedo. Ahora la preocupación es que esta oleada de fanatismo marxista y comunista provocada por los políticos progres de izquierdas no nos afecte. ¿Qué hacer? Cerras las iglesias, poner un cristal, poner una verja en la capilla, un vigilante... Reconozcamos que no estamos a salvo y que cualquier día podemos entrar en nuestro templo y encontrarnos lo peor. Pero la devoción a Santa María y a Jesucristo nunca se perderá.

Afortunadamente, esto es algo con lo que la Iglesia lleva luchando dos mil años y a lo que está muy acostumbrada. Nunca podrán quitarnos nuestra fe con sus ataques. Al contrario, todo esto hace que nos llenemos de orgullo, de fe, de ganas de seguir hacia delante. Solo hace setenta años de que en Almería destrozasen todo lo relativo a las cofradías y a la iglesia, pero aquí estamos de nuevo y no van a poder con nosotros. Ni la quema de nuestras imágenes y templos, ni la destrucción de nuestros archivos, ni el asesinato de nuestro párrocos pudieron con la Iglesia y sus cofradías.

Desde la Hermandad de la Soledad queremos transmitir nuestro más sincero apoyo y solidaridad a la Hermandad del Rosario del Mar en este duro trance. Debemos entender que esta vez le ha tocado a ellos, pero que la próxima nos puede tocar a cualquiera. Seguro que Nuestro Padre Jesús de las Penas pronto estará con nosotros y sus fieles podrá recibirlo como se merece.

Rezemos una oración por estos integristas para que entiendan y reflexionen sobre el gran daño que están haciendo y, así, puedan arrepentirse de sus actos.