Crónica del primer Viernes de la Soledad



El pasado viernes 19 de febrero tuvo lugar a las 21.00 horas en el hotel Torreluz *** la primera de las dos citas cofrades organizadas que la Hermandad de la Soledad viene celebrando desde 1993 y que son conocidas como los Viernes de la Soledad.

D. Alberto Villar Movellán nos ofreció la genial e interesantísima conferencia "Nuestra Señora de la Presentación de Córdoba. Análisis de su vestuario", charla en la que se fue desgranando toda la historia y los orígenes de la vestimenta mariana.

Tras una palabras de nuestro Hermano Mayor, D. Luis Criado, nuestro Diputado Mayor de Gobierno, D. Antonio Montellano, pasó a presentar al conferenciante. Fue una presentación muy completa y muy sentida, ya que les une una gran amistad.


Lo primero que hizo nuestro invitado fue agradecer enormemente la invitación de la Hermandad de la Soledad, sobre todo tratándose de una hermandad con tanta solera como la almeriense se había fijado en una recién nacida como la Universitaria de Córdoba, nacida canónicamente en 2006.

Después de un breve repaso por la historia de la cofradía estudiantil, desde 1989 con el primer empuje, el trágico accidente de los dos principales fundadores, su desaparición y su reorganización.

A partir de aquí, todos los pasos se iban a dar de una forma justificada, es decir, que cada cosa tuviese su explicación histórica y que todo se hiciese por un porqué. Como ejemplo, puede verse el nuevo escudo de la Hermandad.


El objetivo de la corporación era recuperar la antigua esencia de las hermandades del siglo XVI, basándose en la espiritualidad que emanó del Concilio de Trento y no de la teatralidad posterior. Así pues, se basa en una penitencia y no en una ostentación. Además, se basaron también en la Carta de los Obispos del Sur en la que se pedía que las hermandades se libraran de las adherencias del mundo.

Dicho esto, el conferenciante, auténtico entendido en la materia, comenzó a hacer un repaso histórico por la vestimenta de las damas de la corte de Felipe II. Así, doña Mariana de Austria mandó a Gaspar Becerra una talla a imagen y semejanza de una Virgen que aparecía reflejada en un cuadro. Para vestir dicha imagen, una de las damas viudas prestó sus vestidos de viuda noble: manto negro, rostrillo monjil y toca blanca. Todo esto fue ejemplificado con numerosas pinturas de la época.


Ahora, mucho tiempo después, esta vestimenta se ha ido perdiendo y ha dado paso a más ornamentación con muchos encajes y, sobre todo, con toca sobre manto, aspecto este totalmente imposible en el siglo XVI.

D. Alberto Villar nos comentó cómo en los primeros años de la hermandad la forma de vestir a la imagen de Nuestra Señora de la Presentación era la más moderna. Sin embargo, a partir del año 2000, con su refundación, la forma de vestirla cambió y se apostó más por hacerlo de forma exactamente igual que las damas nobles de la corte del siglo XVI. Así, la imagen mariana de la corporación universitaria se viste con una toca interna blanca de lino que cubre la cabeza, una toca de cabo, que es un encaje hecho con blondas, cogida en el pecho en forma de pico y, encima, un manto negro. Además, a veces se viste con una saya de mangas anchas que llegan hasta el suelo.


Después de comentar algunos otros aspectos de la hermandad, como el paso, el viacrucis, la peregrinación, se analizó el hábito del cuerpo de nazarenos. Este está totalmente en San Pedro de Alcántara, titular de su sede canónica, y está compuesto por una túnica de saco, culminada por una capucha con un antifaz interior, esta va despojada totalmente de capirote, ya que en el siglo XVI no se usaba.

(Fotografía de Vulkan72)

ras varias preguntas y sus respectivas contestaciones, el Hermano Mayor pasó a felicitar a nuestro conferenciantes y a entregarle un precioso detalle como recuerdo.

Es una lástima que ni miembros de otras cofradías, ni de la Agrupación, ni ningún medio de comunicación asistiese a tan enriquecedor acto que, no solo nos ha dado una visión distinta de la Semana Santa, sino que nos ha hecho un recorrido histórico por las distintas vestimentas marianas, aspecto tan de moda en nuestra Semana Santa.