Guillermo Méndez: un amigo


Ya hemos hablado en esta bitácora muchas veces de Guillermo Méndez: capillita, fotógrafo, amigo y trabajador infatigable.

Hace unos días nos volvió a sorprender ofreciéndonos dos regalos que, en estas fechas en que el trabajo es arduo para preparar las actividades venideras, se agradecen de corazón porque nos regalan a la vista el resultado del trabajo bien hecho.

El primero de estos presentes es una serie de instantáneas del pasado Viernes de Dolores, cita que la Hermandad de la Soledad preparó con muchas ganas y con el pensamiento de ser uno de los días más importantes para la Cofradía. El cierre de este maravilloso día fue el Santo Rosario al cerro de San Cristóbal con la imagen de la Virgen de la Soledad portada en andas. Son unas fotografías preciosas, amigo Guillermo.

El segundo regalo es un escrito entrañable sobre los sentimientos de nuestro hermano Guillermo en un día tan particular como ese Viernes de Dolores. Este escrito lo trascribimos tal cual él lo ha escrito en su blog SER SILENCIO.


"Para terminar este mes de octubre, el mes del Rosario, he sacado de mi pequeño archivo uno de esos tesoros que se guardan para una ocasión especial. Y digo tesoro no por la calidad del material fotográfico sino por el recuerdo tan entrañable que guardo de aquella noche. El Viernes de Dolores 2007 la Cofradía de la Soledad organizó un Rosario público hasta el Cerro de San Cristóbal presidido por su titular mariana, la imagen de Nuestra Señora de los Dolores. En un día primaveral, con las calles llenas de gente, con una cantidad de actos cofrades poco usual (besamanos, triduos, Vía-Crucis, veneración al Cristo Yacente en San Pedro, exaltación de la saeta en Las Claras...), la Virgen de la Soledad, exquitamente vestida por Juan Rosales, magnífica en su sobriedad servita, ascendía hasta la atalaya desde la cual se divisa toda la ciudad. Y lo hacía acompañada por una multitud de fieles, de cofrades, de curiosos, de vecinos del recorrido. Para mí era la primera vez que subía al Cerro de San Cristóbal. Una noche especial, casi mágica, antesala de nuestro gran Sábado de Pasión con sus tres Cofradías en la calle. Este Rosario nos deparó escenas de una gran belleza, entre las cuales, si tengo que elegir, me quedo con esta foto de la Soledad que parece una de esas estampas antiguas en sepia que guardaban nuestras madres y abuelas en los misales que ya no se usan, las que se intercalaban con algún rancio recordatorio de primera comunión, o de la primera misa cantada por algún sacerdote amigo de la familia. Mi enhorabuena a la Hermandad de la Soledad y desde aquí expreso mi deseo de que este Rosario público perdure por muchos años."