La riada de casos de corrupción me ha
hecho recordar un documento profético publicado en 1990 por los obispos
españoles, la Instrucción La verdad os hará libres (Jn 8,32)
(20-XI-1990). Normal en la tarea de los pastores de la Iglesia. Lo que no fue
normal fue la catarata de ofensas anticatólicas que le siguieron. Era demasiado
para algunos. La misma Iglesia que denunció mediante Cáritas la existencia de
ocho millones de pobres en la España de los ochenta, se atrevía a denunciar lo
que venía ocurriendo. De forma palmaria:
“15. La proclamación de las
libertades formales en nuestro sistema democrático no excluye la emergencia de
sutiles formas de enajenación: llamamientos compulsivos al consumismo,
imposición desde las técnicas de marketing de modelos de conducta de los que
están ausentes valores morales básicos, manipulación de la verdad con
informaciones sesgadas e inobjetivas, introducción abierta o subliminal de una
propaganda ideológica, "oficial" o de la cultura en el poder;
frecuentemente antirreligiosa y silenciadora o ridiculizadora de "lo
católico''.
17. En el plano de la vida pública
hemos de referirnos necesariamente a fenómenos tan poco edificantes como el
"transfuguismo", el tráfico de influencias, la sospecha y la
verificación, en ciertos casos, de prácticas de corrupción, el mal uso del
gasto público o la discriminación por razones ideológicas. El poder, a menudo,
es ejercido más en clave de dominio y provecho propio o de grupo que de
servicio solidario al bien común. Se ha extendido la firme persuasión de que el
amiguismo o la adscripción a determinadas formaciones políticas son medios
habituales y eficaces para acceder a ciertos puestos o para alcanzar un
determinado ''status'' social o económico.
18. En nuestro momento actual observamos una desmesurada
exaltación del dinero. El ideal de muchos parece que no es otro que el de
hacerse ricos o muy ricos en poco tiempo sin ahorrar medios para conseguirlo,
sin atender a otros valores, sobre todo a los aspectos éticos de la actividad
económica (...) Es preciso denunciar, por otra parte, graves y escandalosas
corrupciones, tales como algunas recalificaciones "interesadas" de
terrenos, los negocios abusivos y fraudulentos derivados de tales
recalificaciones, o la especulación en el campo de la vivienda favorecida por
oscuros intereses desde diversas instancias a costa de los más débiles. El
dinero negro conseguido fraudulentamente constituye uno de los fenómenos con
mayor poder corruptor en la sociedad de hoy; en particular el dinero criminal
del narcotráfico y su correspondiente blanqueo con la complicidad de otras
entidades es una de las lacras más repugnantes de una sociedad degradada (…) Y,
por último, hay que denunciar, una vez más, el fraude fiscal y el fraude a la
Seguridad Social, tan actuales en el momento presente, síntoma de la falta de
conciencia social.
61. …la vida política tiene también
sus exigencias morales. Sin una conciencia y sin una voluntad éticas, la
actividad política degenera, tarde o temprano, en un poder destructor. (…) El
espíritu de auténtico servicio y la prosecución decidida del bien común, como
bien de todos y de todo el hombre, inseparable del reconocimiento efectivo de
la persona humana, es lo único capaz de hacer "limpia" la actividad
de los hombres políticos, como justamente, además, el pueblo exige. Esto lleva
consigo la lucha abierta contra los abusos y corrupciones que puedan darse en
la administración del poder y de la cosa pública y exige la decidida superación
de algunas tentaciones, de las que no está exento el ejercicio del poder
político, como señalamos...”
El tiempo ha dado la razón a los obispos
que aprobaron este documento, y otros que le han seguido. Y deja en un merecido
mal lugar a quienes les agredieron, de forma antidemocrática. No hace mucho
pidió Felipe González a los jóvenes del PSOE: “Vivid para la política, no de
la política”. Debería ser una aspiración compartida. España lo necesita.
Los obispos españoles expusieron un análisis certero, haciendo autocrítica e
invitando a la regeneración. En sustancia, aquella denuncia la reitera hoy el
Papa: La crisis financiera que atravesamos nos
hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis antropológica: ¡la
negación de la primacía del ser humano! La
crisis mundial, que afecta a las finanzas y a la economía, pone de manifiesto
sus desequilibrios y, sobre todo, la grave carencia de su orientación
antropológica que reduce al ser humano a una sola de sus necesidades: el
consumo. A todo ello se añade una
corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones
mundiales. Tras esta actitud se esconde el
rechazo de la ética y el rechazo de Dios. La ética suele ser mirada con cierto
desprecio burlón. Se considera contraproducente, demasiado humana, porque
relativiza el dinero y el poder. Se la siente como una amenaza, pues condena la
manipulación y la degradación de la persona. La ética -una ética no
ideologizada- permite crear un equilibrio y un orden
social más humano. Una reforma financiera
que no ignore la ética requeriría un cambio de actitud enérgico por parte de
los dirigentes políticos, a quienes exhorto a afrontar este reto con
determinación y visión de futuro, sin ignorar, por supuesto, la especificidad
de cada contexto. ¡El dinero debe servir y no gobernar! "Os exhorto a la solidaridad desinteresada y a una vuelta de
la economía y las finanzas a una ética en favor del ser humano”.
(Francisco, Evangelii Gaudium, 24-XI-2013, n. 55-58).
Francisco Escámez Mañas
Párroco de la I. P. de Santiago
Consiliario de la hermandad