Alegría, satisfacción, emoción, felicidad..., todos estos sentimientos (y más) fueron los que sintieron los fieles de la parroquia de Santiago Apóstol, y los hermanos soleanos, cuando vieron llegar al Santísimo Sacramento hasta sus casas.
Un barrio lleno de pobreza, de miseria, de droga, justo a un paso del centro de Almería, que ayer domingo recibió a Su Divina Majestad.
Siete fueron los enfermos e impedidos que recibieron el Pan del cielo entre lágrimas de alegría y caras de felicidad.
Así pues, el día del Domund, el día de las misiones, la hermandad de la Soledad se hizo misionera para llevar a sus fieles más desfavorecidos el alimento que llena el alma y sana el espíritu. Fue una perfecta guinda para el triduo sacramental que se ha celebrado en nuestra sede canónica.