Homilía de la bendición del mosaico

Bendición retablo mosaico Nª Sª de los Dolores (19-VII-2014).
Eucaristía, vsp dom 16 A. 

Queridos hermanos:
En cierta ocasión caminaba acercándome frente a una mujer, acompañada de su hijo, púber. El chico, cogido del brazo de su madre, se quejaba. Con toda probabilidad había recibido una negativa. ¡La molesta frustración del propio apetito! Al llegar yo a la altura de ellos, oigo que le dice el chico a la señora, su madre: ‘¡Ojalá no te hubiera conocido!’ La madre, prosiguió su camino, imperturbable -externamente- como si no hubiera escuchado, como si no fueran con ella palabras tan malignas… permitiendo que su hijo caprichoso, inconsciente e ingrato, siguiera la andadura hasta casa, además colgado de su brazo.
En cambio, esta cofradía y toda la comunidad parroquial venimos agradecidos a celebrar nuestra fe, contentos de tener por Padre al Todopoderoso, Dios de la misericordia y del consuelo. ‘Grande eres tú, y haces maravillas; tú eres el único Dios’. (Ps) Dios justo y paciente, que aguarda nuestro regreso. Venimos gozosos de tener por Madre a la que nos fue dada por Jesucristo en la cruz, la madre del Salvador y nuestra. Un beneficio imposible de medir. ¡Gracias, Señor, por hacernos hijos tuyos, y por hacernos hijos de tu Madre! Hoy queremos agradecer, en particular, ese regalo adicional a la Redención, el primer Viernes Santo, el don de tu Madre. Nos sentimos felices por ese abismo de generosidad de Dios para con nosotros, reflejado en Santa María. Agradecidos, suplicamos la gracia de ser unos hijos como Dios quiere, como la Virgen María nos encarga, como la Iglesia enseña.
El Evangelio nos advierte que hay poderes empeñados en malograr la cosecha. Cabe lamentar que se pongan barreras para vivir la fe, que tanto bien hace a la persona. En los últimos meses la Cofradía ha tenido -de nuevo- ocasión de percibir que el mundo no es idílico. Es injusta la voluntad de privatizar el ejercicio de la religión, en inaceptable agravio respecto a las demás realidades que afectan al ser humano. ¡Nadie nos va a impedir publicar con respeto nuestra religión; nadie nos va a impedir dar la cara, por Cristo y por su Santa Madre!
En señal de amor y devoción colocamos hoy un bellísimo retablo cerámico, para gloria de Dios, veneración de la Virgen y provecho de las almas. Realizado con religiosa nobleza, supone una ayuda para la oración personal de los viandantes cuando el templo no pueda estar abierto, un alto en la vorágine de nuestros afanes. En el templo adoramos al Señor Sacramentado, celebramos los sacramentos -imprescindible alimento del alma-, y honramos a la Virgen con el rosario y demás actos piadosos. Cuando no se pueda otra cosa, una mirada, un beso, una palabra, nos acerca al Cielo y nos sabrá a gloria.
Nuestra Santa Madre la Iglesia enseña que es lícita y recomendable la veneración de las sagradas imágenes. No porque en ellas haya alguna divinidad o poder que sean el motivo del culto que se les da, sino porque el honor que se les tributa está referido a los prototipos que representan. Por tanto, no somos idólatras, dando veneración divina a criaturas, como los ignorantes que dejan a Dios y tratan a la Virgen como diosa. No practicamos magia, el uso meramente mecánico de lo religioso, como aquella mujer que tocó a Jesús sin invocarle. No caemos en superstición, contaminando la oración con el recurso pseudo-religioso a imaginarias fuerzas impersonales, pensando dominarlas mediante mis acciones (como el perejil de S. Pancracio).
Resulta evidente que, si bien enriquece nuestro patrimonio artístico, el azulejo tiene un fin principalmente devocional. Este bello retablo cerámico, es figura de la Virgen Toda Hermosa. El retablo cerámico embellece la calle, ya dedicada a nuestra Titular; la vida de los devotos, imitando a la Virgen, embellece la sociedad con la virtud. Hemos de ser buena semilla, no cizaña (Ev.). En esto consiste la renovación de la Iglesia. A veces nos contraría, como a aquel niño, no hacer nuestra santa -o menos santa- voluntad. Como en el caso del chico que me crucé, nuestra confianza es la presencia maternal de la Virgen, por la Providencia de Dios. Con Ella ha de acabar toda incoherencia o desgana. Cristo nos invita a contarnos entre los ‘justos  -que- brillarán como el sol’ el día del juicio.
Querida Cofradía: Muy agradecido por el alto honor de designar a nuestra querida Parroquia, junto con las HH. Clarisas, para apadrinar este piadoso acto. La Parroquia es madre que acepta, quiere, acoge, alimenta y forma, a cada hijo y a cada grupo.
Nos satisface en el alma el logro de este proyecto. Os invito a ponderar menos el propio esfuerzo desplegado -grande, y admirable-, y acentuar más el sentido del acto de hoy, como obsequio piadoso a N.ª Madre Bendita. Es momento no de ufanarse considerando la humana labor, sino de gozarse en este servicio a la fe, gozarse en el contento de la Virgen por este filial homenaje a Ella, a la Madre de Dios y Madre de la Iglesia, N.ª S.ª de los Dolores. ‘No a nosotros, Señor, sino a tu nombre, da la gloria’ (Sal 115)
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Muy Ilustre don Francisco Escámez Mañas
Párroco y consiliario