Ajetreado Viernes Santo de 1990


Parece mentira, pero la verdad es que han pasado ya veintiún años desde entonces.

Por aquel tiempo seguía siendo Hermano Mayor, aunque por pocos meses, Paco Hernández. La Iglesia de Santiago Apóstol estaba en plenas obras de restauración, por lo que los cultos de Semana Santa tuvieron lugar en el Real Monasterio de Santa Clara. Debido a estas mismas obras, el cortejo tuvo que organizarse en la calle Tenor Iribarne, puesto que en el interior del templo solo quedaron los pasos de San Juan y de la Virgen de la Soledad.

A las 21.30 h. comenzó la procesión. Desde la calle Tenor Iribarne salió el pequeño paso de la Santa Cruz portado en andas. Incluso en el boletín de ese año se le da el nombre de "Cruz Guía Servita". La Cruz lleva el sudario antiguo de la Hermandad, que algunos datan del siglo XVIII. Unos cuantos nazarenos con túnica negra, antifaz, capa y cíngulo morado, la acompañan. La mayoría son de la familia del actual capataz del paso de la Virgen, Juanmi Fernández Viedma.

Tras ellos los penitentes de San Juan, con túnicas blancas y antifaz, capa y cíngulo rojo. Cuando llegaron a la puerta de Santiago, salió el paso del Discípulo Amado. Sería el último año en el que iría a ruedas y mandado desde fuera por nuestro recordado Fernando Torres Rollón. Las voces llevaban tiempo alzándose pidiendo un nuevo paso para San Juan. Un año después comenzaría a verse realizado ese sueño: saldría portado por costaleros en una nueva parihuela que se hizo para la ocasión, con los respiraderos del paso del Resucitado y con los faroles de guardabrisas del antiguo paso del Prendimiento.

Tras el paso de San Juan, comenzaban los tramos de la Virgen, con túnica, antifaz y capa negra. Faltaban muchísimas insignias de las que hoy conocemos, puesto que estas se hicieron en el transcurso de esta década de los 90. Y después el paso de Nuestra Señora de los Dolores. Se había estrenado en 1986, primer año en el que saldría a costaleros (la inmensa mayoría de las Angustias), saliendo ya la canastilla. En 1987 se estrenaron los respiraderos y los cuatro faroles de guardabrisas. En 1989 se estrenaron los dos angelotes que iban en las esquinas delanteras y las cuatro maniquetas. Además, se pueden observar algunas diferencias con el paso actual: lleva una sacra encima de cada una de las cuatro capillas, la candelería es otra anterior e iba colocada en forma de V, las jarras laterales que eran unas anteriores a las actuales muchísimo más grandes.

Pero ese Viernes Santo se iba a recordar en el seno de la Hermandad de la Soledad por otro motivo. A la altura de la calle Cervantes, la lluvia hizo acto de presencia. A toda prisa el cortejo y los pasos se resguardaron en el interior del templo catedralicio. El administrador de este blog recuerda a su padre entrando en la catedral a toda prisa para ver si su hermano y él estaban bien. Muchos nervios, algunas lágrimas e incluso alguna que otra subida de tono se fueron disipando al ver que el cielo se volvía a abrir. A eso de las doce de la noche, entre aplausos, se volvieron a abrir las puertas del mayor templo de la diócesis, después de que, por accidente, la Hermandad de la Soledad hubiera realizado su estación de penitencia ante el Santísimo.

La decisión fue la más normal: se acortó el recorrido, bajando por Eduardo Pérez y subiendo por la calle Real. No se pasó por la Carrera Oficial ese año. La gente, intentando no dejar sola a la Soledad, la acompañó hasta su casa y se agolpó en la puerta de Santiago hasta que, tras innumerables saetas, se encerró.

Hace muchos años de esto, pero algunos lo recordamos como si fuera ayer. Lo importante es no olvidar nunca nuestra historia.