“Tomando el cuerpo José, lo envolvió en una sábana limpia, y le puso en su propio sepulcro, que era nuevo y había hecho cavar en la roca; después corrió una piedra grande a la puerta del sepulcro, y se fue. Estaban allí María Magdalena y la otra María sentadas delante del sepulcro”.
Mateo 27, 59-61